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martes, 23 de octubre de 2012

Amor, amor, amor... a morcillas huele


Bernie Ecclestone se casó con Fabiana Flossi. Y no, no son los 45 años de diferencia los que me hacen sospechar que ella enamorada, lo que se dice enamorada... no está. Lo que no me cuadra es que se enamore de alguien tan feísimo, eso si, todo hay que reconocerlo, la cartera y las cuentas bancarias de Ecclestone lo hacen muy interesante, resultón diría yo ¿Alguna se enamoraría de él si fuese un jubilado con la pensión mínima?

jueves, 28 de junio de 2012

Hazme el amor antes o despues, no mientras follamos


Y es que además, para que me amen tengo a mi novio ¡caray! si busco a un tío fuera de mi casa para echar un polvo será que quiero otra cosa y no ternura, digo yo, pero el fraude aún es peor cuando parece que un tío, que hasta hacía diez minutos parecía un tío de esos más duros que el granito, se pone en un plan que parece que lo que quiere es conquistarte.

¿No ve que ya estoy desnuda para él en un cuarto y con unas ganas terribles de que me den caña? ¿a que vienen palabras como amor, cariño o frases como "te voy a hacer el amor como nunca te lo hicieron? ¡hay que ser gilipollas! ¿que diablos sabrá como me lo hicieron? desde luego hubo mil que me lo hicieron mejor que él, y encima pagaron, que ya tiene guasa.

Supongo que es la mala costumbre de dar con chicas que no diferencian sexo de amor, pero yo si, para mi sexo es sexo, visceral, pasional, carnal, brutal. ¡Joder! ¡violame cabrón! ¡qué lo estoy deseando! Amor ¿amor? amor es que aparezcas en la puerta de mi casa con un ramo de flores al caer la noche, o que me traigas el desayuno a la cama con unas rosas recien cogidas, y si haces esto a lo mejor después hay sexo con todo el amor del mundo, pero eso se lo doy a una persona nada más, no a un tipo que conozco en un pub a las dos de la mañana y del que a priori tengo otras expectativas.

Me tuve que correr usando mis dedos, menos mal que pagó el hotel el hijo de puta. 

Creo que es la primera vez que cuento un polvo mal echado en un blog ¿tan confundidos estais los hombres que cuando una chica os pide caña, textualmente y de viva voz, no sabeis dársela?

sábado, 16 de junio de 2012

Siempre hay un roto para un descosido

Oh, es que soy feo -dicen algunos- ninguna tía me quiere. Bueno, todo depende de muchos otros factores eh. Mirad esta parejita que pasea "amorosamente unida" por la calle de alguna ciudad del mundo ¿Amor? ¿morbo? ¿perversión? ¿locura? Lo dejo a vuestro criterio. Por mi, mientras sea consentido por ambos bien está, que lo disfruten.


jueves, 7 de junio de 2012

Pues tiene razón Mercedes Mila con los transexuales

Estamos, en cuestión de sensibilidad y respeto a ciertas opciones sexuales que no nos cabe una paja por el culo, y la cosa tampoco es así, no conviene sacar los pies del tiesto, al menos no tanto.

En el programa (mejor dicho estupidez) lamentablemente más popular de la TV española (Tele 5, por supuesto, que es donde sale toda cuanta mierda inventan las productoras) se produjo una situación muy curiosa entre Amor, una antigua participante transexual en ese magnífico concurso para tarados, y la presentadora Mercedes Milá. La situación, al parecer embarazosa para la presentadora la podeis ver en el siguiente video. Digo embarazosa pero, sabiendo que Mercedes Milá es una mujer muy inteligente y con muchas tablas en la televisión, y en concreto en este programa y sus repercusiones, no me extrañaría que lo que hizo estuviese más que estudiado, a lo mejor pactado y todo, vamos a la polémica escena:



Y ahí están, unas cuantas webs que pelean por la normalización del mundo LGBT criticando a Mercedes Milá por lo que califican, como poco, de desafortunada intervención.

¿Que es lo qué dijo la presentadora que pudiese ofender a Amor? ¿qué ha sido hombre alguna vez y que sabe de no se que cosa más que ella? Y va Amor y se enfada porque "nunca vivió como hombre".

Vamos a ver, independientemente de que nunca haya vivido como hombre, cosa que no se si es cierta, si ha sufrido y vivido sinsabores, cosas sencillas pero posiblemente dolorosas para ella como tener que dar un nombre de varón en ciertos organismos o cosas similares ¿nunca la insultaron de niña por ser "mariquita"?

Por mucho que ella haya intentado, incluso desde niña, vivir como mujer eso le costó, posiblemente bastantes lágrimas, por lo tanto es cierto que conoce dos caras del mundo, o más, que desconoce Mercedes Mila.

Por otra parte, las lesbianas, los gays, los bisexuales, y por supuesto los transexuales, también tenemos que entender (como bisexual me incluyo), que no todo el mundo ha sido aleccionado en nuestro pequeño mundo y en nuestras sensibilidades, que los demás pueden estar equivocados en sus apreciaciones y no es la mejor idea del mundo darles, ante un comentario tonto, y quizás desafortunado pero reparable (según para quien) darles con la puerta en las narices, en este caso creo que con un "No lo se Mercedes, yo siempre viví como mujer" hubiese bastado y sobrado pero claro, si Amor hace eso tan sencillo ¿donde estaría la gracia de este programa? Recordemos que es un programa que nos mete por los ojos (a los que lo ven) vidas y milagros de gentes que nada producen, y que sin la existencia del programa serían más que anódinas en muchos casos estúpidas por su inutilidad, así que hay que darle algún aliciente a todo esto, y si no lo hay se inventa y se genera la oportuna polémica

No me parece Amor tampoco una chica idiota, se la ve bastante serena y un poco de vuelta de muchas cosas como para preocuparse y sentirse tan dolida por un pequeño comentario, os dais cuenta que suave y risueña vuelve Amor al plató cuando Mercedes se lo pide ¿estaba pactada la escena o no?

domingo, 20 de mayo de 2012

El milagro de Karlitos Basagoiti

En el año 2000 Karlitos Basagoiti, que es nombre inventado pero que él es un vasco real, de carne y hueso y una gran persona, viajaba en su motocicleta hacia el Algarve portugués en pleno mes de Julio.

Karlitos en estas cosas de la religión era un descreido total, el viajaba a la gran concentración de motos que en ese mes se organiza en la localidad de Faro.

De camino vio un cartel en la carretera que ponía "Fátima", así que se le ocurrió desviarse un poco, sintió curiosidad por ver aquel santuario de fama internacional donde la Virgen María se le había aparecido a unos pastorcillos. Karlos siempre pensó que aquello de Fátima tenía su miga, unos niños diciendo por ahí que ven a la virgen, acosados por las autoridades y por las familias para que dejen de decir tales cosas, pero ellos insisten, ya es raro ya, siempre en la misma versión, y aún más, citan a la gente para un día determinado en el que la Virgen hará cosas asombrosas, y son miles de personas las que ven que el sol se mueve ¡en zig zag! y otros prodigios por el estilo nunca antes vistos, y no, no pudo ser una sugestión colectiva, oye, que ahí hay periodistas, jueces, policías, gentes que ni creen ni dejan de creer, o sea, gente que no es fácilmente sugestionable, y a lo largo de los años hay científicos que no son capaces de explicar aquello de forma coherente ¿qué pasó en Fátima? ¿qué hay en ese lugar?


Así que karlitos llegó al lugar, paseó por el sitio, escuchó sin acercarse una misa en varios idiomas, con pocos fieles, vio que había gente haciendo distintas penitencias por el lugar, ya sabeis, gente que camina de rodillas por la zona haciendo su particular sacrificio por algún favor recibido y cosas así, Karlos pensó en la ignorancia de esa pobre gente ¿como va a pedir esos sacrificios una virgen que se supone es todo bondad? También pensó que todo aquello no era más que un buen negocio urdido por los católicos, después se dejó llevar por la razón y siguió pensando que posiblemente la prensa de la época pudo ser fácilmente manipulable por algunos intereses y poderosos ¡vete tu a saber! Aún así, antes de proseguir viaje karlitos puso una vela más entre los cientos que allí ponen los fieles ¡por si hay algo oye! que nunca se sabe, no la puso ni por él, más por su familia y amigos, que karlitos es así, siempre piensa más en otros que en si mismo. Poco después regresaba a su moto, se puso la chaqueta y se marchó del lugar.

En el puente que cruza el río Tajo y que allí llaman Tejo y al puente Vasco de Gama, a su entrada en Liboa sintió una explosión y a partir de ahí todo fue muy rápido, lanzado a ciento cuarenta por hora su moto comenzó a zigzaguear, Karlos intentó frenar desesperado, sabía perfectamente que su rueda trasera, por la razón que sea, había reventado, no recuerda ni siquiera si pensó o no que la rueda era nueva, que aquello era imposible, segundos después su cuerpo rodaba contra el asfalto hacia el borde del puente, el muro de contención evitó que cayese al río, pero volvió a la carretera, un coche que frenaba golpeó su cuerpo una vez más, pero no perdió el conocimiento, pudo aún ver como las posibles 36 toneladas de un camión que se dirigía hacia él frenando a marchas forzadas le pasaría por encima sin remedio. Después no se acuerda de más.

Puente Vasco de Gama

Karlitos preguntó donde estaba cuando vio tanta luz blanca y diáfana en la estancia donde se despertó, una voz dulce en portugués, y que trataba de expresar algunas palabras en castellano le contestó que no tenía que preocuparse de nada, que se encontraba estabilizado y en el hospital de Santa María de Lisboa. El quiso moverse pero le dolió todo, la enfermera le pidió, más bien sugirió que debía de estar quieto.

Karlos se fue percatando de su situación, tenía un brazo escayolado, el vientre le dolía un horror y una de sus piernas estaba amarrada a algo al final de la cama, la solícita enfermera lo sacó de dudas: el brazo estaba roto por cuatro lugares, uno de ellos el codo y otro el hombro, karlos recuerda que en ese momento se le vino a la cabeza el viejo chiste "menos mal que soy de Bilbao..." pero la enfermera prosiguió: hubo una hemorragia interna muy fuerte que casi te cuesta la vida, los doctores te operaron de varias cosas a vida o muerte, operaron tu codo, tu hombro, te tuvieron que sacar una parte del hígado, y te tuvieron que hacer una reducción de cadera, pero no te preocupes, eso curará, lo del brazo... ya veremos, es difícil que quede bien. La enfermera que Karlitos ya podía ver bien a pesar de la claridad del lugar que lo había deslumbrado y que era realmente hermosa seguía con su relato tratando de hacerse entender lo mejor posible usando algunas palabras en español, o buscándolas en su mente forzadamente cuando Karlos no entendía: tienes una luxación de cadera, se salió el hueso ¿me comprendes? ¿percebe o que quero decir? y Karlitos asentía con la cabeza mientras pensaba "vamos, que estoy jodido, muy jodido", y la enfermera siguió, la pierna está rota por el femur, también tienes rota la tibia y el peroné... Karlos, mientras la enfermera relataba los pormenores de sus achaques debidos al golpe pensaba "menos mal que paré en Fátima, si no llego a parar de esta estoy muerto".


Tras el relato Karlitos, preocupado, preguntó que como le iría la vida en el futuro, la enfermera, aquel angel, se limitó a sonreir y a decirle que tratarían de hacer todo lo posible para que quedase bien, claro que estaría sin trabajar mucho tiempo y tendría que hacer rehabilitación, que se fuese preparando para un año, quizás algo más, de vacaciones forzadas y andando en muletas unos ocho meses si el brazo curaba, como preveían en algo menos de un par de meses, de momento ese sería el tiempo que permanecería en el hospital. Karlitos, que aunque le llamamos por el diminutivo es hombre fuerte y grande, muy vasco él, se vino un poco abajo, aquello no estaba en sus planes, vivía bien, tenía un buen trabajo porque era bueno en lo suyo, le jodía mucho fallarle a su empresa, confiaban en él y sentía que los traicionaba, por ir a una diversión innecesaria ahora varios proyectos quedarían en el tintero, solo él sabía algunas cosas que había que seguir haciendo en ciertos planos, pesos, medidas, ajustes.

Llamó a su jefe antes que a su madre, lo hizo porque tras preguntarle a la única enfermera que conocía en aquel hospital por sus pertenencias esta abrió un pequeño armario que había allí en aquella unidad de  vigilancia intensiva al lado de su cama y le mostró dos grandes bolsas en las que se vislumbraba su traje de moto y algunas cosas más que llevaba para aquel viaje, Karlos preguntó si había un móvil y ella, tras buscarlo, lo encontró, también el cargador, se lo puso a cargar en un enchufe, se lo conectó y le marcó el número:

-Lo siento, he tenido un accidente de moto, estoy en el hospital...

Su jefe sabía que Karlos no era un descerebrado, que si había tenido aquel accidente era por algo serio, algo que se le había ido de las manos "no te preocupes de nada" lo tranquilizó, "y si necesitas algo dime, que haré lo que pueda" Karlos estuvo hablando largo rato con él sobre lo que tenía sobre su mesa, alguien tendría que continuar su trabajo, quedaron en que lo llamarían si necesitaban cualquier cosa, que lo importante es que él estuviese bien. Karlos más tranquilo pudo llamar a su madre y... tranquilizarla a ella ¿como le dices a una madre que vas a estar dos meses hospitalizado, como mínimo, y que el accidente no fue nada? es complicado.


A los pocos días cuando Karlos ya se sentía un poco mejor, pero aún con su pie atado a la cama, así tendría que estar un mínimo de un més, le dijo la enfermera con la que ya había trabado, turno a turno, cierta amistad,  y con el brazo escayolado, lo subieron a una habitación con dos personas más que como él tenían alguna que otra cosa rota. Que pena, pensó, ya no volvería a ver a aquella bonita y amable enfermera portuguesa que tan bien lo había atendido en la sala de recuperación, que se le va a hacer, la vida es así, unos van y otros vienen. A las tres de la tarde, cuando Karlos, aburrido, estaba pensando en los por qués de su grave accidente no se lo explicaba ¿como pudo reventarme una rueda nueva? la conciencia comenzó a jugarle de las suyas, y esa educación católica recibida en el seno de su familia también, llegó a pensar que lo había castigado la Virgen de Fátima por su descreimiento, seguro -pensó-  que ella cree que me burlaba cuando puse aquella vela.


En esas estaba cuando ella entró por la puerta, allí estaba la enfermera, su enfermera, María da Luz, Luz para los amigos le había dicho ella. Karlos se extrañó mucho de verla allí, ella segura en su ambiente hospitalario se acercó mirando la cama, recolocó levemente la sábana y preguntó como le iba, el esbozó una sonrisa, extrañado aún, sabía de la amabilidad de los portugueses pero aquello, que una enfermera de otra planta subiese a interesarse por él, un completo desconocido, le parecía raro, claro que tampoco había estado nunca hospitalizado, a lo mejor era normal en Portugal, e incluso en España. El le dijo que iba bien, que ya no sentía dolores, que lo trataban bien pero que se aburría. Luz le comentó que había pensado que estaba solo, pronunció la palabra "sozinho" de forma que a Karlos le pareció increiblemente dulce, era una palabra preciosa cuando la pronunciaba ella, sonaba tan melancólica... y que quizás necesitase algunas cosas, que ella se las podría traer o intentar conseguir. Karlos se acordó ¿qué habría sido de su moto? ¿donde estaba ahora? ¿por qué había tenido el accidente? ¿qué pasó con aquel camión que lo iba a atropellar? ¿había más heridos que él? Luz le dijo que hablaría con la policía de Lisboa y le pidió su número de teléfono para llamarlo. Ella preguntó un poco más, se interesó por si no se aburría, Karlos le contó que no mucho, tenía dos buenos compañeros de habitación, ponían la televisión pero claro, al no entender bien el idioma de ellos se le hacía un poco difícil la comunicación, así que si, claro que se aburría un poco, ella se interesó por si le gustaba leer, tenía -le dijo- muchos libros en casa, se lo dijo mientras iba sacando las pertenencias de él de las bolsas donde estaban, aún, y las iba colocando en el armario, le mostró el mono de cuero con cortes por varios lugares, se rió mientras le explicaba que los médicos de urgencias, cuando llega alguien como él, en su estado, no se paran a abrir botones o cremalleras, cortan, es más rápido. Karlos esbozó una sonrisa resignada y le pidió que revisase los bolsillos. Se asustó al descubrir que estaban vacíos ¿qué habría sido de su cartera sus documentos y los cuatrocientos euros que llevaba en ella? ese dinero le podría venir bien, al menos para cambiarlo por calderilla y poner la TV, ella lo tranquilizó sacándola del fondo de la bolsa, con todo el dinero, se ve que la usaron para ver la documentación, le dijo tranquilizándolo. No había mucho más en aquellas bolsas, una tienda de campaña de dos plazas y muy ligera, qué raro debía de ser que alguien tuviese una tienda de campaña en un hospital -pensó Karlos- y que ella colocó en el fondo del armario, una camisa que ella desplegó y colgó de una percha como colgó en otra un pantalón vaquero, en la parte baja colocó sus botas de motorista y unas zapatillas de deporte, en algún lugar puso también unas mudas de ropa interior y calcetines que Karlos llevaba entre sus pertenencias. Qué amable era aquella enfermera.

Volvió a preguntarle si le gustaba leer, claro que le gustaba, Karlos era un gran lector desde muy joven, le gustaba casi todo, ella inquirió por qué tipo de literatura le gustaba y él dijo que casi de todo, quizás algo de predilección por escritores clásicos y bastante la novela histórica. Luz le dijo que le traería algo, que le iría trayendo libros, solo había un problema... tendría que aprender portugués a marchas forzadas, no hay muchos libros en castellano en Lisboa.


A la mañana, cuando el enfermero vino para ayudarlo a asearse y lo despertó Karlos vio sobre su mesita de noche dos libros: El Alquimista de Coelho, que ya había leido, y el otro era un libro muy antiguo que le llamó la atención, no muy grande pero si grueso, con las cubiertas de cuero y sus hojas ya amarilleadas por el tiempo, lo tomó y leyó en la portada, impreso en letras doradas Os Lusiadas, debajo el autor: Luis de Camões. Que curioso -pensó- jamás en la vida habría pensado en leer Os Lusiadas. De alguna de las primeras páginas cayó sobre su cama un pequeño papel que decía que si no le gustaban traería otros para cambiarlos al día siguiente, le sugería eso si, que Camões no estaba mal para intentar aprender portugués, al fin y al cabo era el gran clásico de su país. Karlos abrió el libro y comenzó a leer:


As armas e os barões assinalados,
Que da ocidental praia Lusitana,
Por mares nunca de antes navegados,
Passaram ainda além da Taprobana,
Em perigos e guerras esforçados,
Mais do que prometia a força humana,
E entre gente remota edificaram
Novo Reino, que tanto sublimaram;



¡Buf! iba a ser difícil leer aquello en un idioma del que conocía como mucho las palabras similares, aunque parecía entenderlo bien ¿qué sería assinalados? tenía que ser señalados, claro, unos barones asesinados a donde iban a ir desde una playa portuguesa, si, sería señalados, claro, barones principales, condes, duques todo eso ¿o se referiría a varones, al sexo?


A Karlos se le iluminó una bombilla en su cabeza, una bombilla muy brillante que por unos segundos, en su desgracia paliada, le trajo un atisbo de felicidad, mira tu por donde, gracias a Camões, tendría mucho de que hablar con Luz. Ella lo había llamado el día antes, casi a la noche, pero si la entendía con dificultad en persona, al teléfono le costaba demasiado, parecía que la moto estaba bastante rota y en un deposito policial de Lisboa, pero no entendía mucho más, en todo caso le tranquilizó saber que la motocicleta estaba a buen recaudo, quizás tuviese arreglo.

Luz volvió de nuevo al día siguiente por la tarde, justo cuando Karlos se preguntaba si la vería entrar una vez más por la puerta apareció ella con la sonrisa enmarcada por aquellos labios carnosos, era una mujer de una belleza extraña, demasiado morena para ser europea, demasiado blanca para ser de raza negra y sin embargo aquella nariz levemente gruesa pero bien conformada con el resto de rasgos de su cara, los labios... ¿como besaría? Una chica con esos labios tiene que besar bien -pensó Karlos- y aquella tez tan morena, aparentemente tan suave, respiraba feminidad por los cuatro costados, mi abuela era de Angola, una angolana que un buen día se casó con un portugués y se la trajo a la metrópoli -le contó ella un día ante su curiosidad-, de ahí venían entonces aquellos rasgos que la hacían tan bella, de Africa. No estaba mal. Luz le mostró unas fotos que había podido hacer con el teléfono móvil, la moto no parecía estar mal del todo, algunas partes del carenado arañadas y rotas, poco más, la rueda trasera se veía aplastada por el peso del resto del vehículo ¿qué habría pasado para que reventase la rueda de esa manera? A Karlos se le vino por un momento de nuevo la Virgen de Fátima a la cabeza, castigando su insolencia y atrevimiento. No había resultado nadie más accidentado y el camionero logró detener el trailer a escasos dos metros de su cuerpo.

Ella le contó que la policía de tránsito creía que su rueda había reventado como consecuencia de haber pisado un hierro, es la única explicación que encontraron, en la autopista había un hierro tirado, quizás desprendido de algún vehículo pesado, que en una parte tenía un filo cortante, en su neumático trasero había un claro corte y los policías pensaban que el causante había sido el hierro de marras. Karlos se encogió de hombros, ahora ya no tenía solución, solo le quedaba paciencia para curarse poco a poco.

Mientras, tenía a Luz que se presentaba casi todas las tardes que tenía libres a conversar con él, que le había dejado un bolígrafo y una libreta para que anotase las palabras de Os Lusiadas que no comprendía y así ella se las traduciría, a veces fueron versos enteros, y después vinieron otros libros, y más tardes hablando de cosas a veces banales y a veces importantes con Luz, a veces bromeaban con los progresos de Karlos con el idioma portugués, al final ya le parecía fácil de leer, pero la pronunciación... ¡qué complicada era la fonética portuguesa para un vasco! 

Una tarde ella estaba sentada cerca de él, en la cama, conversando, él, ya menos cohibido con el tiempo y el trato alabó abiertamente su belleza, ella se inclinó sobre él y le dio un beso en la frente a la vez casi que pronunciaba un "obrigada", el se dejó llevar por el instinto y acarició sus rizos, ella se dejó hacer, fue bajando la cabeza y el se atrevió a besar aquellos labios tan tentadores. Ella se puso seria, después sonrió levemente, le dijo que no debían de hacer aquello, él extrañado preguntó por qué, ella se encogió de hombros, miró hacia la pared y le dijo que él se marcharía, Karlos pensó que las mujeres eramos raras, ella pensaba que no quería que le rompiesen el corazón. El se sintió mal por lo que había hecho, la única persona que venía ha hacerle la vida un poco más llevadera en aquel hospital atado a una cama y ¡la había cagado! le pidió disculpas, le dijo que no volvería a pasar, pero que no dejase de venir a verlo si lo deseaba, que lo pasaba realmente bien en su compañía, ella sonrió, le dijo que no hiciese drama, que solo había sido un beso, que no pasaba nada. A la tarde siguiente volvía a estar con él, y a la siguiente, y a la siguiente y allí subió la mañana en la que le desataron la pierna.


Que ya era mala suerte, con la pierna desatada no podía levantarse, aquella pierna, con la cadera luxada y reducida en una operación no lo sostendría y con el brazo tal y como lo tenía no podría aguantar la muleta necesaria para moverse, pero ¡y aquello ya era mucha libertad tras un mes amarrado! con ayuda de un enfermero ¡podría sentarse en una silla! Al final los enfermeros le regañaban, y es que Karlos no era de molestar, así que se las ingenió para colocar la silla usando el brazo sano y deslizándose de la cama con sumo cuidado sentarse en ella, a la tercera vez que lo sorprendieron sentado y sin haber solicitado ayuda una de las enfermeras apareció con unas correas y de forma hosca le dijo que si volvía a verle hacer aquello lo amarrarían a la cama. Karlos pidió disculpas, y las volvió a pedir cuando Luz le regañó y le llamó doido (loco, tonto, idiota) varias veces en aquella regañina ¿no sabes que si te caes sobre esa pierna podría afectarte a la movilidad y quedarte cojo para toda la vida? y Karlos bajó de nuevo la cabeza y pidió disculpas, la verdad, no había pensado que fuese tan grave, ella estaba realmente enfadada ¿te crees más macho que el resto de los hombres? -le reprochó- después ella, pero esto no lo vio Karlos, se limpió una lagrimilla que le asomaba a un ojo mirando al exterior del hospital por la ventana. Cuando se giró lo amenazó, si vuelven a contarme algo así no vuelvo a verte más, y se marchó, pero al día siguiente estaba allí.

Karlos aún estuvo un tiempo en aquel hospital, le sacaron la escayola del brazo y lo llevaban todos los días a una sala de rehabilitación, para que hiciese ejercicios con el brazo y volver a recuperar su movilidad, cuando la recuperó, con cierta dificultad y ciertos dolores aún, le permitieron empezar "a probar" con las muletas, podía moverse en trayectos cortos antes de que notase que el dolor y las molestias se intensificasan en su brazo, pero poco a poco iba recuperándose, muy poco a poco, y siempre, en los ratos libres de ella, con Luz a su lado, a veces se sorprendía a si mismo soltándole frases en un portugués bastante aceptable, que ella en ocasiones corregía y otras reía.

A los casi tres meses le llegó lo que para cualquiera sería una buena noticia pero para él no mucho, le daban el alta hospitalaria y además algunas condiciones: tendría que seguir un tratamiento de rehabilitación pero con los informes oportunos podría seguirlo en España a donde debería de llegar lo antes posible para ponerse en manos de los médicos. O sea, tendría que llamar a su seguro, el cual le facilitaría un medio de transporte adecuado a sus condiciones para llegar a su ciudad en España, el médico le advirtió de que no podía conducir, no podría tocar con aquella pierna el suelo en un mínimo de ocho meses, que tuviese siempre mucho cuidado, que... Karlos solo pensaba en que no vería más a Luz.

Se lo preguntó después de que ella lo llevase al depósito donde la policía había guardado su moto, allí llamó a su seguro para que se la enviasen a España, a su ciudad, la avería afectaba también a algunas piezas que impedían su conducción, así que no podía llamar a nadie que se la fuese a buscar y para algo estaba el seguro ¿no?

Pero lo de Luz no lo arreglaba ningún seguro, a el le hubiese gustado quedarse... poder quedarse unos días con ella, así que cuando allí mismo, en el deposito policial llegó el taxi se lo preguntó con un nudo en la garganta:

-Cuando esté curado... ¿te gustaría que viniese a visitarte?
Ella sonrió y Karlos creyó ver cierto punto de resignación en aquella leve, casi triste, sonrisa
-¿Tu vendrás a visitarme? amor... (a Karlos le sonó a gloria aquella palabra) cuando tu llegues a España te olvidarás de mi.

Karlos se sintió levemente ofendido, el siempre había sido, y es, hombre de palabra ¿qué carajo se pensaba aquella morena? -pensó- ¿qué él era un cantamañanas cualquiera? 

-¿te molestaría si vengo?
Ella sonrió de nuevo, ahora más alegre
-no, claro que no, pero no creo que vengas, te olvidarás de mi

Le pidió al taxista que lo iba a traer a España que la llevase primero a ella a su casa, antes de bajarse se miraron a los ojos, él dijo "espero que no te parezca mal" pasó la mano detrás de la cabeza de ella con ternura, la atrajo hacia si y la besó profundamente, ella respondió al beso con pasión, el taxista carraspeó y ella paro, sonrió levemente, bajó del taxi, pronunció un parco "adios y ten buen viaje" y se fue no sin dar antes lo que a Karlos le sonó a portazo, un leve portazo quizás, pero portazo, la vio marcharse por aquella estrecha y empedrada calle sin volver la cabeza. Karlos pensó que no tenía su dirección ¿en que número vivía de aquella calle? ¿en que piso? ah, si, tenía su teléfono móvil. Deshechó la idea de bajar a preguntarle esos datos para volver, se veía que no le gustaban nada de nada las despedidas, y además, el taxista se ve que no era muy mirado para asuntos de amor, ya estaba en marcha.


No dejaba pasar mucho tiempo Karlos sin llamar por teléfono a Luz, a veces, cuando estaba trabajando, que aún con muletas y el brazo que no iba muy bien Karlos se incorporó a su trabajo, aparecía ella en su mesengger, o un mail en su correo electrónico y así siguieron el contacto, ella pensando que un buen día él se olvidaría de ella, y él soñando con estar bien del todo para poder ir a verla, pasar un fin de semana con ella, invitarla a cenar en algún lugar bonito de Lisboa, ciudad en la que por cierto había residido, sin querer pero residido, tres meses y no conocía en absoluto, en fin, agradecerle de algún modo todas aquellas atenciones que le había dado ¿de verdad solo quería verla por agradecimiento o quería algo más? Llevaban seis meses así -pensaba Karlos- y se había gastado más de 300 euros en enviarle flores, casualidades de la vida, si estaba dando un paseo por la calle, a veces lo hacía ayudado por sus muletas, y pasaba delante de una floristería entraba y le enviaba una docena de rosas rojas. También le había enviado en una ocasión una buena edición de El Quijote con una nota que decía "es un clásico, puede ser bueno para que aprendas castellano" Otro día también le envió dos libros el mismo, en euskera uno y su versión en castellano "por si te animas" escribió en la nota. Esa noche por teléfono ella le comentaba bromeando que aquel idioma se lo tendría que enseñar el en persona, y que posiblemente tardaría años en aprenderlo, él le dijo que no era tan difícil, solo un poco mira -le dijo- tu eres maitetxu, por ejemplo, después le explicó el significado de aquella palabra que ella nunca había escuchado.

Su brazo ya iba perfectamente, habían hecho un buen trabajo de recomposición los médicos portugueses, volvía a ser el brazo fuerte que siempre había sido, hábil y diestro para el trazo, los médicos españoles le decían que gracias a la rehabilitación y su fuerza de voluntad el brazo estaba al cien por cien, sin dejar de alabar el buen trabajo de los doctores portugueses, las dos operaciones que le habían hecho eran complicadas, no por riesgo de vida o muerte, pero si en el sentido de que quedasen bien, caminaba cojeando con una muleta que pronto le dijeron que podía, si veía que no la necesitaba, ir dejando de lado y que esperase un mes para poder conducir un coche y para la moto ¿aún tienes ganas de seguir andando en moto? le preguntó el médico con sorna.

Karlos no pudo esperar a conducir, no pudo esperar a nada, una tarde buscó por internet un vuelo a Lisboa desde su ciudad, a la mañana de un sábado antes de irse al aeropuerto para tomar el vuelo a Lisboa entró en una joyería y compró un bonito anillo de oro blanco con un pequeño diamante engastado. Un par de horas más tarde se encontraba en la calle en donde meses atrás se había despedido de Luz.

La llamó por teléfono, no contestó, señal de que estaba trabajando, cuando trabajaba no tenía el teléfono móvil con ella, miró el reloj impaciente, eran las dos de la tarde, debía de estar a punto de llegar a casa, vio  la terraza de un bar, se sentó y pidió un café.

Poco después, una enfermera lisboeta casi se cae de culo cuando escuchó a sus espaldas, en un portugués casi perfecto pero rotundo "Maitetxu, voltei para pedir a voçe que case conmigo".


Cuando Luz se repuso solo pudo decir "Não tão rápido, temos que fazer tudo certinho" y Karlos estuvo de acuerdo, nada más lejos de su intención que romperle la vida de mala manera a Luz o romper la suya, así que pasaron ese fin de semana juntos hablando del futuro, hubo más fines de semana, ora en Lisboa ora en España, fueron buscando soluciones a pequeños problemas, y aunque para Karlos, con un buen sueldo y un futuro prometedor, todo era fácil "te vienes conmigo, vives conmigo y no tienes que preocuparte de nada" Luz tenía su caracter y no quería dejar su trabajo, amaba su trabajo, le gustaba ayudar a la gente, comprobar que con sus cuidados y buen hacer iban sanando sus pacientes y recobrando la salud, además estaba estudiando medicina, no era cosa de dejarlo todo así, de golpe y porrazo, lo de él era difícil, si se iba para allí ganaría menos y no encontraría trabajo de la noche a la mañana pero estaba dispuesto a hacerlo.

Finalmente todo se arregló, hoy en España disfrutamos de una gran doctora portuguesa que cría, acompañada de Karlos, a dos niños preciosos de tez morena porque salen a la abuela.

Y Karlos, Karlos siempre que van a Portugal para en el Santuario de Fátima, escucha una misa en varios idiomas con respeto, no piensa nada de los que hacen penitencia, y cuando coloca la vela le pregunta a la Virgen si fue necesario un accidente tan grave para ganar tanto bien. Un día lo comentó con Luz cuando seguían viaje en el coche:

-Claro que fue necesario -dijo ella- si te hubieses solo roto un pie o un brazo a los dos días o tres estabas fuera del hospital y no nos hubiesemos conocido. La Virgen hizo bien su trabajo.

Karlos sigue montando en moto, con Luz, dice que eso se lleva en la sangre y o se muere o no dejará de montar en moto. Luz no lo lleva en la sangre por lo que se ve, solo le pide que vaya despacio y muy atento.

Luz me contó que no, que no le gustan nada las despedidas, no le gusta nada de nada que la vean llorando y lloró, aquel día que se despidió de Karlos en Lisboa se pasó toda la tarde llorando en la soledad de su apartamento pensando en que no lo vería más, cuando unas horas después él la llamó por teléfono pensó que estaba "ante un hombre serio" (certinho dice ella), él aún no sabe hoy que ella lloró y muy amargamente durante toda aquella tarde.

Luz no cree mucho en religiones tampoco se había enamorado nunca, ni tan siquiera tenido relaciones de tipo alguno con otros chicos antes de Karlos salvo las de mera amistad. Unos días antes de que Karlos ingresase en el hospital, su abuela, que aún vive y según parece tiene ciertos "poderes", le dijo  que Nuestra Señora de Fátima iba a poner a un buen hombre extranjero en sus manos para toda la vida, te vas a enamorar -le dijo- de un hombre rubio, muy mal herido y que viene de otro país, va a ser un amor para siempre. Luz se rió para ella misma de la aseveración de su abuela. Cuando ingresaron a Karlos en su unidad de cuidados intensivos Luz se asustó, sin saber como ni por qué su corazón comenzó a latir con más velocidad, después paró, aquel hombre malherido le pareció tremendamente atractivo, esa tarde fue a visitar a su abuela, quería saber más, su abuela solo dijo cuando la vio "Eu sei tudo, é esse homem, cuide ele bem".